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Nuestro Escudo
Cundinamarquesa Sociedad de Anestesiología

Imagotipo Color Cundi Curvas horizontal-02.png

Significado del Escudo
Nacimiento

El 5 de Marzo de 1948,hice la conferencia Inaugural de la primera Escuela de Anestesia abierta en Colombia, bajo los auspicios de la Sociedad de  Cirugía del Hospital San José, de Bogotá.

Hasta entonces se habían dictado en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional a los estudiantes y para su información general, conferencias  sobre anestesia, que desgraciadamente no lograron interesar a ninguno como para encausarlo hacia nuestra incomprendida especialización.

Pocos meses después de estar funcionando la Escuela, surgió en la mente inquieta de una de mis pupilas  el deseo de un escudo. Lanzada la chispa creadora , cayó en el fecundo campo de  la fantasía latina , la cual hurgando en el romance de los mitos, logro encontrar el preciso motivo, que hecho esmalte y oro, constituye nuestro emblema.

En la mitología griega se representa al Sueño por un adolescente que en decúbito supino, dormita en placidez perfecta.

En la romana, el mito es más interesante. El Sueño y la Muerte son hermanos gemelos , hijos de la Noche  y están representados por dos efebos que, desnudos, deambula hacia el poniente, iluminando las débiles sombras vesperales del camino, con sendas teas encendidas y dirigidas hacia el suelo.

Bello mito, pero con demasiadas figuras, para ubicar en el pequeño espacio de un escudo, y por esta época escasean los Cellinis, para quienes  la orfebrería no tuvo secretos ni dificultades insalvable. Hubo pues que  simplificar, tomando únicamente las antorchas en su significación.

Imagotipo Negro - Cundinamarquesa Horizontal -02.png

Explicación 
Escudo

El 5 de Marzo de 1948,hice la conferencia Inaugural de la primera Escuela de Anestesia abierta en Colombia, bajo los auspicios de la Sociedad de  Cirugía del Hospital San José, de Bogotá.

Hasta entonces se habían dictado en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional a los estudiantes y para su información general, conferencias  sobre anestesia, que desgraciadamente no lograron interesar a ninguno como para encausarlo hacia nuestra incomprendida especialización.

Nuestra profesión
y nuestro escudo

El Anestesista debe hacer que el sol de la conciencia se oculte totalmente par evitar a su anestesiado la vivencia de las múltiples injurias a que será sometido su organismo, en el lapso anestesia-operación.

Una vez el paciente en estado quirúrgico, debemos vigilar atentamente la tea del soñar, para que su llama no se extinga, porque entonces su gemela, al avivarse en los dominios de la muerte, en donde la vida continua en forma oculta y fugada a nuestro control, nos haría llorar con el Poeta: “ Era una llama al viento, y el viento la apagó “.

ANAESTHESIA DEORUM ARS

La primitiva leyenda del escudo era local y sin ninguna trascendencia. “Anestesia, H.S.J.-1948”. Durante cuatro años busqué incesantemente una sentencia universal y eterna que condensara en dos o tres palabras todo el contenido de su significado.

En el año 50, El Profesor de semántica  inició su curso con este maravilloso  aforismo de Hipócrates: “Sedare dolorem opus divinum est”. Claro que yo lo conocía de vieja data, sin haberme llegado el momento creador, pero en ese día, me sucedió algo así como lo que debió pasarle a Newton, guardadas las más respetuosas proporciones, cuando al ver caer una manzana, descubrió la Ley de la Gravitación Universal; también yo vi claro en ese instante y razone en la siguiente forma: Si aliviar el dolor es obra divina, nosotros los anestesistas que no solo prevenimos el dolor, sino que lo aliviamos y lo curamos, a veces definitivamente, cuando se nos mueren los pacientes, estamos haciendo obra divina, luego: la anestesia es el arte de los dioses.

 

Decirlo en español es demasiado largo; invoqué entonces en mi ayuda a la más elegante de todas las lenguas muertas, el latín que con su hipérbaton soberbio, me permitió decir: ANAESTHESIA DEORUM ARS.

Para
Algunos

El mito anestesiológico nació y se desarrolla en un Continente que no tolera nada distinto a lo que él considera la Verdad, su pequeña verdad. Por ello, cuando ante selectos grupos, terminaba mi exposición con el lema ya anunciado, más de un ceño en tétanos profundo, me hacía comprender que había lesionado algún rincón oscuro e intocable de mi distinguido auditorio.

Cuenta Sienkiewiccz en su inmortal novela “Quo Vadis” , que en ese revuelto mundo neroniano y a través del encantador romance Libia-Vinicio, el Dr. De los Gentiles, tuvo la fortuna de alternar con Petronio y después de larga entrevista  en Ancio, surgió como era lógico, la pregunta más angustiosa que los hombres han hecho a sí mismo o han formulado a quienes creyeron seres superiores en un momento dado. San Pablo pregunto a Petronio qué entendía por Dios, y el Arbitro, con su exquisita elegancia dio,  a mi parecer, la definición más preciosa y menos comprometedora de cuantas el ingenio humano ha pergeñado. Para mí dijo el Poeta: "Los Dioses no son más que una figura literaria".

Esta definición posiblemente esté huérfana de todo contenido trascendente, hasta en el campo filosófico pero el literato ha dicho tantas y tan grandiosas verdades a través de la ficción poética, que Dios, bien pudiera ser entre la universal belleza, el Summun de la belleza literaria.

Como el Arbiter Elegantiarum, también yo amo a los Dioses, en un sentido literario.

Pero si nos llegamos al Libro de los Libros, la Biblia, y buscamos en el Génesis, Cap. II, podemos leer:

Vers. 21- “Por tanto el Señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño; mientras estaba dormido, quitó una de las costillas, y llenó de carne aquel vacío”.

Vers. 22- “Y de la costilla aquella que había sacado a Adán, formó el Señor Dios una mujer, la cual puso delante de Adán”.

Luego el Señor Dios, al adormecer a su más preciada criatura, antes de la costotomía creadora, realizó la primera anestesia en el universo y por tanto mi lema: “Anaesthesia Deorum Ars”, no sería un desacato ante su Majestad, sino el reconocimiento de un título más, Anestesiólogo Magno, el cual hasta ahora la humanidad había ignorado lamentablemente. 

JUAN MARIN

Médico Anestesiólogo

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